lunes, 6 de octubre de 2014

Countries ilegales y negocios legales

Reproducimos a continuación la nota escrita para La Izquierda Diario del 30/9/14

Villa La cava, partido de San Isidro

   La polémica sobre los barrios cerrados resurgió a partir del relevamiento que realizó recientemente ARBA (Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires) donde se conoció que el 87% de las construcciones del country “Nuevo Quilmes” no estaban registradas, pagando impuestos como baldíos. Cobró más relevancia porque uno de los inversores del emprendimiento es el presidente de Aerolíneas Argentinas y dirigente de La Cámpora Mariano Recalde, que posee allí acciones por $747.356, además de un crédito a su favor por más de medio millón de pesos.

  Otro de los socios de la lujosa urbanización de 100 hectáreas, aunque como fundador del emprendimiento, es Nicolás Caputo, uno de los principales contratistas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y amigo personal de Mauricio Macri. Las empresas de su familia se han visto también favorecidas en numerosas oportunidades por contrataciones del gobierno nacional y varios gobiernos provinciales. Situado sobre zonas inundables, las obras incluyeron el relleno y elevación del terreno, de tal manera que convirtió los barrios vecinos en lagunas cuando llueve.
 

Fragmentación urbana, política de Estado

 Aun estando registradas y tributando como casas de lujo, el problema de fondo es la fragmentación y exclusión urbana que generan estos emprendimientos. Uno de los casos más extremos lo vemos en el Partido de Tigre, baluarte de Sergio Massa, donde el 60% del territorio (más de 148 km2) está ocupado por urbanizaciones privadas donde habita solo el 10% de la población. El más grande es Nordelta, con 1600 hectáreas. Estos terrenos también fueron rellenados y elevados sin ningún tipo de consideración hacia los barrios obreros de los alrededores, que se ven afectados cada vez que llueve por inundaciones, además de otros problemas igualmente graves.

Complejo Villa nueva, partido de Tigre.

 La estructura legal para este fenómeno urbano se creó durante de la dictadura militar con el decreto 8.912/77 de la Provincia de Buenos Aires, que sigue vigente hasta hoy en día. Éste impone más exigencias a la hora de lotear un terreno. Obliga a los grandes propietarios a asfaltar, proveer gas, cloacas y luz, con lo cual transfiere el costo al consumidor y desliga al Estado de esta tarea, al que entonces le conviene la creación de barrios cerrados o countries. Sin embargo, el mismo Estado que se desligó de suministrar los servicios públicos básicos para las tierras a urbanizar invirtió mas de U$S3.500 millones en la red de autopistas para conectar estas verdaderas ciudades privadas, reduciendo el viaje desde Pilar al centro de la Capital de más de una hora a menos de treinta minutos.

  Al ser las nuevas tierras urbanas destinadas a estos mega emprendimientos y elevarse el precio del resto de los otros terrenos y viviendas, los sectores populares no pueden acceder a la vivienda digna. La única salida es buscar en el “mercado informal”, multiplicándose las tomas de tierra y densificación de villas y asentamientos en el último período. En el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) se llegó a 2 millones de personas hacinadas en un total de 64 km2, mientras que los “dueños del buen vivir” son sólo 300 mil habitantes en 500 km2, una superficie que es más del doble que la Capital Federal, pero con una población diez veces menor.

 

lunes, 22 de septiembre de 2014

Cristina, la megatorre y la patria contratista

Reproducimos a continuacion la nota escrita para La Izquierda Diario el 17/9/14



Isla Demarchi

Cristina, la megatorre y la patria contratista




El 9 de septiembre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció la reactivación del proyecto del Polo Audiovisual en la Isla Demarchi, al sur de la Ciudad de Buenos Aires. Éste contará con una torre de 300 metros de altura, la más alta de Latinoamérica, comparable con el Chrysler Building y el Empire State de Nueva York.El proyecto estará a cargo de la cuestionada Riva S.A. y ocupará 216.000 m2, demandando una inversión de $2.500 millones; deja atrás las propuestas presentadas por IRSA de Eduardo Elsztain y CPC Ingeniería e Infraestructura de Cristóbal López.

Riva, además de tener adjudicada parte de las urbanizaciones del Pro.Cre.Ar., construyó el Metrobus de la Avenida 9 de julio, la terminal de ómnibus de Córdoba Capital e innumerables trabajos más en lo que a obra pública se refiere; tiene denuncias por sobreprecio, fallas constructivas y de diseño en varias obras. Aunque en esta ocasión Riva esté en el centro de críticas, sus competidores del rubro no tienen nada que envidiarle.

En el caso de IRSA, presidida por Eduardo Elsztain ex vicepresidente del Banco Hipotecario y dueño de la mayoría de los shopping de Argentina, construirá Art María, un complejo de torres de lujo en la ex Ciudad Deportiva de La Boca, vendida a precio de rezago por Macri. Techint, conducida por Paolo Rocca, fue protagonista en el escandaloso caso Skanska donde se pagaron coimas en las contrataciones para la construcción del Gasoducto del Norte. Rocca se enriqueció de manera sideral durante la dictadura militar, con la cual colaboró para desaparecer 75 obreros de su grupo; particularmente fueron 60 trabajadores los desaparecidos de la planta Siderca en Campana. En esa ciudad los militares usaban los terrenos del ex tiro federal para “alojar” a los detenidos-desaparecidos. Estos terrenos lindan con portones de acceso de la fábrica Trefila, del grupo Techint.

Por su parte los Roggio administran el subte y recibieron por ello $3.200 millones en subsidios desde el 2004. Explotan además los peajes de las principales autopistas del país, ferrocarriles urbanos y fueron parte de la construcción de Yacyretá, un verdadero “monumento a la corrupción”, además de ganar numerosas licitaciones para obra pública en todo el país. Una frase célebre de Benito Roggio que lo pinta de cuerpo entero es: “estuve de acuerdo con la guerra contra la subversión. Ha sido un parto doloroso pero necesario para el país”.

En la actualidad, gran parte del estos empresarios forman parte de Comité de apoyo a Carlos Blaquier, el empresario procesado en 2013 por hacer desaparecer a trabajadores junto a los militares durante el tristemente célebre “apagón de Ledesma”.

Luego de obtener miles de millones de la mano del Estado durante la dictadura como también en la etapa constitucional, éstos son hoy los verdaderos “ganadores del modelo”. CFK afirma que “se la llevaron con pala”, pero su gobierno, como el del Macri, continúa siendo el gran facilitador de negocios para estas constructoras. Cientos de miles de millones de pesos, no para satisfacer las necesidades de la población sino para monumentales edificios y barrios suntuosos y allí donde las obras resultan en algún alivio para los pobladores es a costa de millonarios negociados.. La “Patria Contratista” sigue incólume durante esta “década ganada”.


lunes, 11 de agosto de 2014

Sin lugar para los debiles. Capitalismo y crisis urbana.

Reproducimos la nota escrita en la Ideas de Izquierda N°9

El negocio inmobiliario y las políticas de exclusión en las ciudades argentinas

Andrés Arnone, Verónica Zaldívar y Esteban Mercatante
Mayo 2014.
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El capitalismo deja tantas viviendas vacias en el mercado, como gente sin techo.
Las ciudades mutan, se reproducen, se expanden. Este proceso de cambio no se da de forma ordenada ni pacífica, ya que sobre él operan también intereses de clase. La ciudad es en sí misma un espacio en disputa.

Bajo el imperio de la valorización del suelo

  En la Argentina de las últimas décadas se potenció la estratificación social. Como no podía ser de otra forma, las principales ciudades del país nos muestran descarnadamente, en la transformación de su espacio, esta polarización. La ciudad se transformó en sucesivas oleadas de frenética “recuperación” de barrios. Cada una de ellas limitó un poco más el espacio que pueden tener en el corazón de la ciudad los estratos medios y bajos, cuyas alternativas se reducen a un padecer una densificación habitacional en el centro y acomodarse en las edificaciones que surgen de la expansión “informal” en las periferias semiurbanas de la ciudad.
  La lógica del capital en el negocio inmobiliario tiende a la polaridad entre la oferta de viviendas de alto valor a la que acceden los ricos y las que se producen para el resto de los estratos de menores ingresos. En este segundo caso la inversión resulta proporcionalmente limitada, y la oferta crece menos que la demanda. Es comprensible ya que para el capital se trata de maximizar la rentabilidad. La “inversión en ladrillos” es un refugio de primer orden para los inversores, y esto contribuye a aumentar el valor de las propiedades, que el boom de la construcción –que lleva al aumento de los precios de los terrenos al crear una escasez de los mismos– no hace más que reforzar. El acceso a la vivienda se vuelve cada vez más difícil para los trabajadores y sectores medios, mientras paradójicamente crece el número de emprendimientos de lujo y viviendas deshabitadas, sujetas a la especulación del negocio inmobiliario.
Datos hasta el 2011, el grafico de este año no lo encontre.
  Durante las últimas décadas, esta lógica no solo no se vio limitada en lo más mínimo por las políticas públicas, sino todo lo contrario; en los principales entramados urbanos del país, la apuesta ha sido a favorecer el negocio inmobiliario. La ciudad de Buenos Aires resulta un caso paradigmático. A comienzos de los noventa, la gestión de Carlos Grosso concentró sus esfuerzos en el desarrollo de Puerto Madero. Se malvendieron áreas del parque Tres de Febrero correspondientes a La Rural para impulsar negocios inmobiliarios. A finales de la década, los gobiernos de De La Rúa e Ibarra impulsaron modificaciones al Código de Planeamiento de la ciudad para liberar espacio para edificaciones, que ya estaban avanzando en contravención con la legislación vigente. Durante la gestión de Macri crecieron las obras de infraestructura que apuntan a valorizar ciertas zonas, mientras se congeló el gasto público en vivienda.
  Según datos censales, entre 2001 y 2010 en CABA se registró un proceso de intensificación del uso del suelo que reemplazó casas por edificios, que ocupan el 90 % de la superficie residencial construida.  

Pero esta densificación en metros cuadrados no va de la mano con una densificación en términos de población. Desde el censo de 2001 la población de la Ciudad se incrementó solo en un 4,1 %, esto es, hay 114.013 personas más. En las zonas donde más se construyó no hubo aumento poblacional significativo, al contrario de las zonas de escasa construcción. Esto quiere decir que el patrón de distribución territorial de la población es inverso al patrón de valorización del suelo: las zonas de mayor precio del suelo y construcción no son las que más población atraen. Según los datos censales, las comunas 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano) son las que más crecimiento de la población registraron, al tiempo que ocupan los últimos puestos en la distribución de la edificación1, que se concentró en un 50 % en solo 5 comunas: 14 (Palermo), 12 (Coghlan, Villa Urquiza, Saavedra y Villa Pueyrredón), 13 (Nuñez, Belgrano, Colegiales), 6 (Caballito) y 11 (Villa Devoto, Villa Santa Rita, Villa del Parque y Villa General Mitre).
  La CABA expulsa a los trabajadores más precarizados hacia zonas periféricas, hacia villas o zonas sin urbanizar dentro y fuera de la ciudad, mientras que el sector público construye en cantidad inferior al crecimiento de los sectores desplazados por la inversión privada, muy cuidadoso de no afectar en lo más mínimo la ganancia de empresarios de la construcción y compradores especulativos, entre los cuales se encuentran numerosos funcionarios de la Ciudad. Estos inversores privados tienen en su poder más de 340.000 viviendas desocupadas en la CABA y 2.500.000 en Argentina.

  Al mismo tiempo, la ciudad registra cientos de desalojos. El resultado de las “renovaciones urbanas” (como puede verse en barrios porteños como Palermo, San Telmo y en cada vez más áreas del sur) es el cambio de la población existente, a través del alza de precios en alquileres y servicios producida por las intervenciones; los más pobres deben mudarse a las zonas de la periferia más baratas, con la consiguiente dificultad para trasladarse a trabajar, tener acceso a servicios de salud y educativos para sus familias, etc. Esta tendencia, característica de la urbanización capitalista, se define como gentrificación. Consiste básicamente en el proceso a través del cual un barrio habitado por población de bajos ingresos es modificado y ocupado por población de clase media y alta, quienes a su vez –ya sea por cuenta propia o por inversión privada (agentes inmobiliarios)– renuevan las viviendas. De esta manera, son dos las condiciones para hablar de un proceso de gentrificación clásica: desplazamiento de población y reinversión económica en las viviendas del barrio2.
   Lo mismo podemos observar en Rosario. La gestión “socialista” elaboró el Plan Estratégico Rosario (PER) apostando a la construcción de una “marca ciudad”.Bajo estos parámetros, efectivamente la ciudad se posicionó como un importantísimo polo de atracción de las inversiones provenientes del excedente de los agronegocios de las zonas linderas, que principalmente se orientaron a la construcción de inmuebles dando lugar al llamado boom de los últimos largos años. Esta euforia constructora, lejos de contribuir a aliviar las graves carencias en materia habitacional, viene potenciando paradójicamente un modelo de concentración del suelo y la vivienda y de privatización de la ciudad, instalando a Rosario como una verdadera cuidad-negocio3.
   Según cifras oficiales de la ciudad, desde 2003 se construyeron 4 millones de m2, la mayoría en el área más cotizada, en el centro de la ciudad. Mientras tanto, el déficit habitacional es de 50 mil hogares, afectando a 160 mil personas (sobre una población de 1 millón), cuando hay 80 mil viviendas vacías (20 % del total). Recientemente se vio en Córdoba otra expresión de estos contrastes. En la última década la provincia vio crecer los “barrios ciudades” o “ciudades dormitorio”, que resultaron en la erradicación de las villas que ocupaban terrenos valiosos para la especulación inmobiliaria. Estas villas crecieron al mismo tiempo que Nueva Córdoba florecía como barrio emblemático del boom sojero. Según Pablo Semán, los barrios ciudades eran la promesa de relocalización “justa” y con servicios suficientes para las nuevas unidades habitacionales. Resultó en unidades inmobiliariamente miserables y segregadas por un celoso cerco policial que retiene en esas ciudades a miles de ciudadanos que, por portación de edad, cara, zapatillas inconsistentes con el prejuicio del observador, etc. son objeto de retenes policiales sistemáticos. Los retenes demoran, aíslan y ofenden. Este orden, que se aceitaba con los recursos que el narcotráfico le derivaba a la policía, ha perdido transitoriamente su lubricante. Las denuncias sobre el narcoescándalo traen penuria a los guardianes del orden, mientras la inflación atiza el ánimo humillado de los excluidos de siempre en un contexto en que cierto estancamiento da lugar a más motivos de queja4.
   El famoso “boom inmobiliario” en Argentina fue liderado por edificios de lujo y vivienda para los sectores de mayores recursos (un 75 % de lo construido es de alta categoría). Además, la fuerte presión del mercado inmobiliario repercute directamente sobre los precios de la tierra y propiedades de los sectores medios y bajos de la clase trabajadora, que hoy tienen ya pocas posibilidades de acceder a una vivienda en la “ciudad formal” (la que forma parte de la trama urbana legal, urbanizada). 
Los salarios promedio se encuentran hoy, en relación a los alquileres, un 21 % por debajo en comparación con el promedio de la década del noventa. Con respecto al precio de las viviendas, cayó un 39 % la relación salario/m2 en los últimos 10 años. Es decir, que cada vez se necesitan más salarios para acceder a una vivienda, y en la gran mayoría de los casos no alcanzan los ahorros de toda la vida para lograrlo. Desde el punto de vista empresarial, un gran negocio. Hasta se conocen casos de inversores que compran en las villas una gran cantidad de casillas para alquilarlas, obteniendo un retorno aun mayor que en la ciudad formal.
  Las grandes constructoras y desarrolladoras inmobiliarias como IRSA de Elsztain, Nicolás Caputo, Consultatio de Eduardo Constantini, ODS de Angelo Calcaterra, el Grupo Roggio o Dacal se benefician de múltiples formas: además de ganar una concesión tras otra para la obra pública en todo el país gracias a contratos armados a su medida, son beneficiados con terrenos fiscales cedidos a precios irrisorios y exención de impuestos para sus emprendimientos privados. Por poner solo un ejemplo, basta ver que varios emprendimientos de “Nicky” Caputo –asesor ad honorem del gobierno de Macri– reciben electricidad directamente de los mayoristas (sin pasar por las distribuidoras). Hace poco Julio De Vido describía sus negocios, y se autoinculpaba al mismo tiempo: esta persona a la que según Macri nosotros le echamos la culpa de todo, a través del Grupo Sadesa participa como socio de Edesur, participa en Hidroeléctrica Piedra del Águila, en Compañía Operadora en Brasil en el gas, como subsidiaria y con Gas Andina en Chile, que son subsidiarias de TGN donde también es socio5.
 Por lo tanto, no es casual que las luces de sus megatorres sigan encandilando aunque la ciudad permanezca a oscuras en los prolongados cortes de energía.

Déficit habitacional: una crisis sin techo

  Aun en la década de mayor crecimiento económico de la Argentina en mucho tiempo, parece que en lo que a vivienda se refiere, la cola de esperar para pasar del infierno al purgatorio está bastante atascada. Entre 2001 y 2010 el resultado de la ecuación entre nuevas viviendas construidas y las que efectivamente eran necesarias para cubrir la demanda existente dio por resultado que se sumaron en promedio 60 mil hogares al año al problema de la falta de vivienda. Entre censos, el “exceso” de hogares6 respecto del número de viviendas pasó de 360 mil a 855 mil. Lo que significa que algo más de 1,5 millones de hogares comparten la vivienda que debería servir para un hogar promedio: viven en condiciones de hacinamiento. Al mismo tiempo el número de inquilinos, quienes alquilan y no son propietarios, creció de 11,6 % al 16,1 %. El hacinamiento y la reducción del número de propietarios, dos de los indicadores más elocuentes de la calidad de vida, ilustran que lejos estamos de “salir del infierno”, como gustaba decir Néstor Kirchner.
 
  Uno de los aspectos centrales en el marco de la crisis más general de lo urbano es este acuciante problema de la vivienda, que implica la degradación de la calidad de vida de millones. Hay en el país más de 6 millones de hogares con problemas de vivienda, por la precariedad de su construcción y deterioro, por el hacinamiento, por el mal estado del terreno donde están instaladas, por la falta de acceso a servicios elementales, o por la imposibilidad de acceder a un techo propio. Se trata nada más y nada menos que de la mitad de los hogares argentinos7. El 12,4 % de viviendas del país carece de agua corriente, el 26,8 % de gas natural, el 34,6 % de cloacas, el 32,3 % de desagües pluviales y el 19,2 % de pavimento8.
  ¿Cuáles son las medidas tomadas desde el gobierno nacional para resolver la crisis habitacional? Uno de sus caballitos de batalla, como parte del discurso de la “década ganada”, es el programa Procrear. Es un plan a paso de tortuga, ya que para un déficit de vivienda de más de 3 millones de hogares –y problemas de vivienda que alcanzan a más de 6 millones–, presentó inicialmente un plan de 400.000 créditos9.
  Además, estos créditos están destinados principalmente a sectores medios de la población, ya que debido a los ingresos necesarios para solicitarlos y la exigencia de tener recibos de sueldo en blanco, no podrán pedirlos los que más sufren la crisis de vivienda, que son los trabajadores más precarizados. Según el Indec, sobre un total de 16 millones de ocupados que hay actualmente en el país, el 75 % (12 millones de personas) gana menos de $ 6.500 por mes y la mitad cobra menos de $ 4.040, el 25 % menos de $ 2.500, y el 33 % en negro. Como “daño colateral” que no previó el gobierno, la salida de estos créditos trajo como consecuencia que los especuladores inmobiliarios subieran velozmente los precios de terrenos y viviendas, y por lo tanto muchos de los “felices ganadores” se encuentran en la situación de no poder encontrar qué comprar con la suma recibida (que además impone plazos de construcción difíciles de cumplir). El gobierno pretende hacer gala de un “gran crecimiento” en la inversión en vivienda, pero esta apenas representa el 1 % del presupuesto nacional. En el caso de la CABA, el gobierno de Macri es bien caracterizado como uno de “políticas públicas y rentas privadas”10. La política de vivienda se encuentra cruzada por un “paradigma de la valorización”: “la medida del desarrollo urbano son la expansión física de la ciudad y los procesos de valorización del suelo”11. Políticas de crédito orientadas a sectores de ingresos medios, compatibles con el negocio privado. Mientras tanto, la población de las villas se incrementó en un 52 % respecto de 2001, llegando a alrededor de 163.587 habitantes sólo en la Ciudad de Buenos Aires. La ley 148 de la CABA, que ordena la urbanización de las villas, duerme en algún rincón desde hace 16 años, mientras las condiciones de vivienda no paran de degradarse más y más12.

Des(infra)estructurados

  Los sectores obreros y populares de menores ingresos son empujados a las edificaciones más precarias. Son, a la vez, quienes cuentan con menor resguardo ante los crímenes sociales que vienen golpeando la vida de miles (o cientos de miles) en los principales entramados urbanos del país. Estos crímenes sociales, intencionalmente tratados por los gobiernos y grandes medios como “catástrofes” sin responsables, se encuentran cortados por la misma tijera: el desenfreno de la edificación para los estratos más ricos, y las obras que cruzan las ciudades para brindarles “servicios” a estos sectores (especialmente redes de transporte), terminó de desestructurar los precarios equilibrios en ciudades “inundables”, como La Plata o Buenos Aires. A esto se suma la negligencia criminal en lo que respecta a inversiones en infraestructura básica.



Al mismo tiempo que los desaguisados de la urbanización creada por los negocios inmobiliarios imponen un aumento en las necesidades de obras, volviéndolas más complejas, ni siquiera se ejecuta aquello que ya está programado. Esta combinación fatal fue observable en la inundación de La Plata en 2013, con más de 50 muertos reconocidos oficialmente13. Lo que se hizo resulta tan dañino como lo que se dejó de hacer. Las obras para la construcción de la autopista Buenos Aires-La Plata taparon los arroyos, por lo que el agua no se desagota de las calles y provoca inundaciones en la ciudad. Al mismo tiempo, el “Estudio de la cuenca del arroyo el Gato”, realizado por la Universidad Nacional de La Plata en enero de 2010 incluía la realización de derivadores y readecuaciones de las redes de desagües en el casco urbano. Estas obras contaban con presupuesto desde aquel año, pero no se pusieron en marcha. Por si esto fuera poco, la entrega de tierras a sectores de bajos ingresos en tierras que bordean el arroyo, expuso a los sectores más pobres a las peores consecuencias.
  El Ing. Pablo Romanazzi, integrante del departamento de Ingeniería hidráulica de la UNLP denunciaba: lotearon los terrenos más inmediatos al curso del arroyo y esos terrenos hay que dejarlos libres porque es evidente que son zonas inundables (…) No podíamos parar la tormenta, pero sí podíamos no exponer a la gente a esto14.
 Tomemos otro ejemplo, el de Buenos Aires. Luego de los 8 muertos que dejaron las inundaciones del año pasado tan solo en Capital Federal, se puso sobre la mesa la falta de inversiones en materia de control de inundaciones. Esto se evidencia en que en el Programa de Gestión de Riesgo Hídrico se invirtieron apenas $ 2,8 millones y para las obras del arroyo Maldonado $ 19 millones, sin mencionar que, analizando la calidad de las mismas, tampoco evitan que si el nivel del río sube afecte el escurrimiento de las lluvias, al no estar previstas esclusas y funcionar todo el sistema mediante vasos comunicantes. El resultado de las obras, en el contexto de una construcción de torres cuyo ritmo no cesa, es que las inundaciones en la ciudad rotan de barrio. La solución parece ser siempre una nueva obra, en un cuento de nunca acabar. Como sostiene Eduardo Reese: …siempre se pensó que todo se arreglaba con un par de obras, pero las obras necesarias son cada vez más grandes, caras y difíciles. (…) si, junto con las obras, no se controla el proceso de urbanización, la situación tenderá a agravarse, aun cuando se metan más caños, más aliviadores, más diques15.
  En el último mes vimos cómo en Neuquén una lluvia de 200 milímetros terminó inundando el 80 % del área urbana. Se hizo evidente la falta de obras públicas de drenaje, defensa, espacios verdes y otras obras. En 2012 y 2013 se destinaron $ 7 millones para remodelar el edificio de la Legislatura, mientras que en el mismo período apenas se desembolsaron $ 2,6 millones para mantenimiento de desagües en Neuquén capital. Las obras hídricas presupuestadas para ese mismo periodo son de $ 25 millones sobre un presupuesto provincial total de $ 20 mil millones, sumados los dos años.

Superficie ocupada por barrios privados 380 km2, habitan 300 mil personas
Superficie ocupada por villas y asentamientos 64 km2, habitan  2 millones de personas

El derecho a la ciudad

   No hay plan que, a un ritmo de 40 mil casas por año, pueda resolver los enormes problemas de vivienda del país. Mucho menos podría hacerlo sin crear a la vez nuevos problemas de infraestructura si no es parte de un plan urbano de conjunto. Un plan urbano integral solo traerá soluciones si es conquistado por la movilización y está bajo control obrero y popular.
  El punto de partida de cualquier plan para garantizar vivienda para todos debe pasar por una reforma urbana que expropie las tierras usurpadas por los desarrolladores privados, las propiedades en manos de la Iglesia y las que controlan los grandes grupos inmobiliarios. Son cientos de miles de hectáreas que podrían destinarse a la construcción de viviendas populares y que hoy son usufructuadas por los sectores sociales más ricos, por instituciones parasitarias como la Iglesia o manipulados para operar sobre los precios de la tierra. Además, es necesario expropiar las viviendas desocupadas que estén en manos de poseedores de grandes fortunas. Hay que luchar por prohibir los desalojos. Para los inquilinos debe establecerse, como salida transitoria, que los alquileres no excedan el 20 % del salario mínimo. Para todos aquellos que necesiten acceder a la vivienda única mediante crédito hay que establecer un fondo público para préstamos cuya cuota no exceda el 20 % del salario mínimo y sin más requisitos que el de establecer el déficit habitacional familiar. La resolución del problema de la vivienda está estrechamente vinculado a terminar con todas las privatizaciones de los servicios públicos como gas, electricidad y transporte, para poner todas las empresas bajo control obrero y popular, para que la infraestructura básica llegue a la mayorías trabajadoras.



  Es necesario desarrollar un plan de construcción de viviendas –y junto a ellas nuevas escuelas, hospitales, y tendido de infraestructura básica y transporte– controlado por los trabajadores, cuyos recursos deben salir de la imposición de impuestos progresivos a las grandes fortunas y a los terratenientes, además de la expropiación de las grandes explotaciones rurales y el no pago de la deuda externa. Estos recursos no solo permitirían responder a las acuciantes necesidades de vivienda, sino también crear fuentes de trabajo con un salario acorde a la canasta familiar. Las villas y asentamientos deben ser urbanizados de acuerdo a un plan de conjunto trazado junto con sus habitantes, y debe imponerse la entrega en propiedad de las viviendas para quienes las habitan, terminando con el descarado lucro con las necesidades de los sectores más pobres. Si estas edificaciones se encuentran en terrenos no aptos, debe emplazarse en unos adecuados, evitando así las “tragedias” ante cada fenómeno climático.
  Conquistar verdaderamente el “derecho a la ciudad”, como abogaba Henri Lefebvre, el “derecho a una renovada  vida urbana”, solo será posible si la clase trabajadora domina los destinos de la sociedad transformándola de base. Como Engels planteaba en Contribución al problema de la vivienda: “La penuria de la vivienda no es en modo alguno producto del azar; es una institución necesaria que no podrá desaparecer, con sus repercusiones sobre la salud, etc., más que cuando todo el orden social que la ha hecho nacer sea transformado de raíz”16.
1. Se excluyó a Puerto Madero del recuento de m2.
2. Luis Alberto Salinas, “Gentrificación en la ciudad latinoamericana. El caso de Buenos Aires y Ciudad de México”, GeoGraphos 44, Vol 4, México DF, febrero de 2013.
3. “Notas a propósito del desalojo de Kasa Pirata”, en blog Club de investigaciones urbanas, julio de 2013.
4. Pablo Semán, “Córdoba y los abismos de la desigualdad”, http://pabloseman.wordpress.com, 2013.
5. Discurso del 3 de enero de 2014 frente a la crisis energética.
6. Hogar: persona o grupo de personas que viven bajo el mismo techo y comparten los gastos de alimentación, de acuerdo al glosario del Censo 2010 (INDEC).
7. Gustavo A. Llambias, “Déficit habitacional y acceso a la vivienda en Argentina”, www.reporteinmobiliario.com.ar.
8. Observatorio de la deuda social – UCA.
9. www.procrear.anses.gob.ar/programa.
10. Natalia Cosacov y Eduardo Faierman, “Políticas públicas, rentas privadas. Política habitacional y mercado inmobiliario en la Ciudad de Buenos Aires”, Laboratorio de políticas públicas, junio 2012.
11. Ídem.
12. Ley N° 148. Sanción: 30/12/1998. Promulgación: Decreto N° 123/999 del 20/01/1999. Publicación: BOCBA N° 621 del 29/01/1999.
13. De la cual se comprobó, más de un año después, el ocultamiento oficial del verdadero número de muertos, como ya se venía denunciando.
14. Entrevista exclusiva cedida a TVPTS, 10/04/2013.
15. “No hay políticas para regular el suelo”, Página/12, 05/04/2013.
16. Tomado de la versión digital de Marxists Internet Archive (MIA).

domingo, 25 de mayo de 2014

El Decano de FADU se pronunció en contra de las tomas y a favor de los desalojos.

Frente al problema de la vivienda en CABA.





Hace unas semanas el decano Luis Bruno escribió una columna de opinión en la revista ARQ Clarin*1 como portavoz de la FADU, presentando el documento donde varios profesores se pronuncian alrededor de la toma de terrenos en Capital Federal específicamente con respecto al predio ubicado en las cercanías de la Villa 20.

No es casualidad que los que encabezan este documento son los defensores del avance de las leyes privatistas de la educación, como lo han demostrado dejando entrar la CONEAU en la facultad. Los estudiantes la hemos repudiado porque el fin es profundizar los contenidos de la carrera formando profesionales que conciban la vivienda como un negocio y no un derecho.
Estos arquitectos se pronuncian a favor de los desalojos, porque han sido parte de los organismos del estado que tratan la vivienda o han arreglado con él para garantizarse buenos negocios.

En esta declaración piden el desalojo “pacífico” de los ocupantes para permitir la intervención del Instituto de la Vivienda para la supuesta urbanización del predio, seguramente igual de “pacífica” que la que encabezó el mismo Freidin cuando estaba a cargo de el IVC en el 2007 en el bajo flores, o la que ocurrió en el Parque Indoamericano en el 2010 y dejó un saldo de 4 muertos y numerosos heridos y es que en sus años al frente de esta institución no sólo no se avanzó en contribuir en la mejora de las condiciones de vida que hoy tienen millones de trabajadores y pobladores en la capital, sino que las mismas han empeorado. La misma persona a la que la facultad le da el título de JTP de una cátedra de construcciones mientras se lo acusa de recibir cheques frente al escándalo de sueños compartidos *2.

El problema de la vivienda no se limita al gobierno de Macri; ya que en los distritos gobernados por el Kirchnerismo, Massa, Radicales o el Frente Amplio UNEN, se produce la misma polarización urbana y militarización de los barrios humildes. Todos estos partidos que representan los intereses patronales son responsables de que mas de 3 millones de familias no cuenten con techo digno, la misma cantidad de viviendas desocupadas producto del ultimo boom inmobiliario, en propiedad de empresarios.

Desde el CEADIG repudiamos este documento que criminaliza a los que hoy salen a luchar por el derecho a una vivienda, en sintonía con el gobierno y los partidos patronales que militarizan barrios y fábricas, y que quieren avanzar con la aprobación de la ley anti-piquetes marcando el rumbo que han tomado en contra de los que hoy salen en defensa de sus reclamos.

En este sentido creemos que la FADU debe pronunciarse a favor de la lucha por la vivienda digna, y debe involucrarse en dar todas las herramientas para resolver los problemas que hoy sufre el pueblo trabajador. Los estudiantes somos los que debemos debatir y decidir que orientación debe tener nuestras carreras.

¡Basta de gente sin casas, y casas sin gente!

CEADIG

*2 http://www.lanacion.com.ar/1664070-detectan-pagos-de-suenos-compartidos-a-funcionarios-que-autorizaban-obras

martes, 6 de mayo de 2014

El Barrio Papa Francisco, otro sintoma del capitalismo que legitima Bergoglio


Es surgimiento de la nueva toma de Lugano, entendiendo la tactica de ponerle "Papa Francisco" como una medida defensiva para buscar en Bergolgio un apoyo por lo menos discursivo, no deja de ser paradojico al ser este y la iglesia en gral , uno de los mas fervientes defensores de la propiedad privada capitalista, origen de la desigualdad social y urbana. Dejaremos la "guerra santa" por estos temas para mas tarde....Veamos en esta ocacion algo de la historia de la crisis urbana, y la actuales tomas de tierra, desalojos violentos, multiplicación de villas y asentamientos, viajes cada vez mas, extensos aumento de alquileres, saturacion del transpodre y demas servicios publicos.

Desde hace varias décadas que la crisis urbana es parte estructural de la Argentina, y reflejo del carácter de un capitalismo semicolonial, con una economia  dependiente limitada por las crisis ciclicas generadas por las restricciones externas como la actual. Luego de decadas donde la grandes masas obreras vivian mayoritariamente en inquilinatos y convetilllos y con una minima inversion en vivienda estatal, el gran salto en  urbanización y acceso a la vivienda se vivió a partir de la coyuntura favorable en la cual gobernó el primer peronismo, con altos precios para las exportaciones de materias primas, sumado a una politica de sustitución de importaciones y la estatización del comercio exterior.


 Estos ingresos extras dieron margen para realizar una distribución del ingreso, grandes obras públicas, complejos de vivienda,  el congelamiento de los alquileres y el otorgamiento créditos baratos a través del Banco Hipotecario Nacional. Todo esto junto con  el sistema de urbanización extensiva  a través de loteos populares en cuotas, junto a la estatización de los servicios públicos, permitieron acceso de los sectores obreros a la propiedad, aumentando el nivel de propiedad del 37% en 1947 al 58% para  1960.

El restricción externa empezo a limitar el margen para peron y los posteriores gobiernos de radicales y militares ,dinamica urbana se mantuvo estable,  hasta mediados de los ´70 a causa del agotamiento del Estado de Bienestar en todo el mundo, la crisis del petróleo. Como  medida para sacar a la estancamientoa  al capitalismo y recuperar la tasa de ganancia se  recurrio a la implementación del modelo neoliberal empezando a recortar las conquistas obreras a sangre y fuego.   Fue la epoca de los grandes conjuntos habitacionales que intentaron errradicar las villas, y el fin de la urbanización expansiva de los loteos populares del conurbano.


Con la vuelta de la democracia los planes del FONAVI siguieron  marginales en comparación a los mecanismos del mercado, aumentando año tras año la cantidad de viviendas desocupadas y la cantidad de sin techo (ver El “derecho” a ser expulsado de la ciudad).  En dicho contexto vuelve el crecimiento de las tomas de tierra, y la ocupamiento intensivo de los las villas centrales.

Con la crisis del 2001, luego del fin de la convertibilidad , la megadevaluación, y los buenos precios de los comodities,  incentivo la penetración del capital extranjero y,  se mantuvo un crecimiento promedio del PBI anual cercano al 8%, aumentar la tasa de ganancia de los empresarios a costa de bajos salarios y aumento del ritmo de trabajo tal como reinvindico la propia presidenta, “se la llevan en pala”. El “efecto derrame” nac & pop permitió  una mejora en algunos sectores de trabajdores. Esto significo una reducción del déficit de las familias mas afectadas que se alojaban en viviendas no aptas, pasando del 21.6 % en 2001 a  17.6% en 2010 , sin embargo ese 4% de familias que pasaron a vivir en vivienda aptas se contrapesa con el aumento del nivel del hacinamiento, pasando del  22% del 2001 al 37% en 2010.

El crecimiento a tasas chinas impulso surgimiento de los barrios cerrados, tranformandose en el gran negocio y refugio para los nuevos ricos del modelo. 

Estos barrios ocupan el 10% del suelo urbanizado del AMBA con menos del 3% de la población; por el contrario, los habitantes los asentamientos informales, que representan el 15% de la población  ocupan sólo el 2% del suelo urbano. 

Esto significa que la región Metropolitana de Buenos Aires  la totalidad de la superficie que ocupan la urbanizaciones privadas es de 380km2, representando casi el doble de superficie que la capital federal, pero con una población de 300 mil, diez veces menor a esta, mientras que las villas y asentamientos resultantes de la mercantilización urbana, concentran 2 millones de habitantes en una superficie de 64km2

Fuente: http://www.centrodesarrollohumano.org/pmb/opac_css/doc_num.php?explnum_id=55

El paliativo del Plan Federal de Viviendas, construyó un promedio de 40 mil viviendas nuevas por año, casi lo mismo que con Menem, y el sector privado unas 165.000, cuando el crecimiento vegetativo requiere unas 233 mil anuales. Por eso , a pesar de las mas de 900 mil soluciones habitacionales (obra nueva + ampliaciones) financiadas por Plan Federal de vivienda,  existen mas de 3 millones de familias con deficit habitacional, sin mencionar la falta de infraestructura urbana ya que el 12,4% de viviendas carece de agua corriente de ,el 26,8% de gas natural , el 34,6% de cloacas, el 32,3% de desagües pluviales, el 19,2% de pavimento. 

El ultimo intento para descomprimir la crisis fue el PRO.CRE.AR, que sortea créditos para vivienda teniendo ya un terreno, construirá supuestamente 100 mil por año ¿Pero los sectores que mas sufren el deficit habitacional, y laboral, pueden accedar a ellas? 

Según los ingresos para solicitarlos y el recibo de sueldo en blanco, no podran acceder los que mas sufren la crisis de vivienda, los trabajadores mas precarizados: Sobre un total de 16 millones de ocupados que hay actualmente en el país, el 75% (12.000.000 de personas) gana menos de $ 6.500 por mes y la mitad cobra menos de $ 4040, el 25% menos de $2500, y el 33% en negro. Todos estos datos antes de la, devaluación, los tarifazos y los intentos del gobierno de mantener los aumentos salariales por debajo de la inflación.

 Esta política de estado antiobrera se refleja también en el presupuesto nacional, donde gastaron más de $103 mil millones (solo en el 2013) para dar subsidios a los empresarios que lucran con los bienes y servicios que deberían ser derechos humanos y $56 mil millones para pagar la deuda externa (contraída para dar subsidios a esos mismos empresarios) y solo destina $13.000 millones en Servicios sanitarios, Vivienda y Urbanismo, que no alcanza ni para contener el crecimiento de la degradación urbana.
 
Barrio del Plan Federal de Viviendas, con fallas constructivas y de diseño urbano

El núcleo de la crisis de la vivienda, este esta ligado al de la pobreza, y para los marxistas la raíz de esta, se encuentra en las relaciones laborales capitalistas y la propiedad privada que la hace posible. Se trata, pues, no solo de pasar de una política de vivienda que garantice el derecho a la vivienda al de­recho a la ciudad, sino tambien una planificación económica que decante en una planificación urbana basada en la participa­ción democrática de las grandes mayorías, para construir una ciudad que responda ya no a la ganancias de unos pocos capitalistas sino a la calidad de vida de la única clase que produce todos los bienes y servicios de la sociedad.


Fuentes:
-EPH, Censos 2001-2010 en  Indec.com.ar
- Magnitud y crecimiento de las villas y asentamientos en el Área Metropolitana de Buenos Aires en los últimos 25 años- Maria C. Cravino, Juan P. Del Rio, Juan I.Duarte.  
- Vivienda, deficit habitacional y politicas sectoriales- Lorena Putero